La obra, con diez bailarines en escena, se centra en la historia de un personaje que despliega su mundo interior, su inconsciente y memoria. «Hay un trabajo fuerte con las emociones y las sensaciones», explica Rodrigo Fernández, «y también con el juego del tiempo, en cuanto a tiempo de vida, de movimiento escénico y de interioridad». La obra no es secuencial sino que va conformando una historia marcada por elementos rituales, de limpieza, de psicomagia, en una exploración interna que culmina en una gran alegría, en la sacralización de la fiesta.

Te Puede Interesar